jueves, 13 de marzo de 2014

Texto de Confesión: Veintinueve

Texto de Confesión: Veintinueve

Padre, he nacido varias veces en mi vida como me lo has pedido, he muerto otras, y me he hecho resucitar cada vez que cumplo años.

Comprendí que nacer es un ciclo de masoquismo que me impongo cada vez que escribo: me desdibujo entre mis letras y vuelvo a mi universo cuando la obra se diluye. Si acaso tú, Dios, vives, si acaso no te fuiste lejos como cada vez lo siento, creo que me diste la oportunidad de destruirme y construirme en cada nuevo año. Todos los días me siento más viejo y la experiencia va haciendo mella: me miro al espejo y veo más arrugas, más sueño muerto; no me importa, mis sueños murieron hace tiempo cuando la realidad golpeó la frágil existencia en un día de octubre con el soldado muerto que vive debajo de mi cama. La esperanza es una condena que permite la existencia de manera vigorosa; la aceptación entrega una visión de tranquilidad al final de la vida, como un borrego que se mueve sin prisa sobre el prado. Me has dado la capacidad de sentir felicidad, es algo que voy mutando entre las diferentes personas que me han acompañado: amo por temporadas, desbocado pero sincero, frío e irrepetible, no soy estable.

Me he muerto con creces bajo las garras de amantes, he pronunciado nombres nuevos cada orgasmo durante varios siglos, he aguantado con complacencia los designios del zodiaco, de las mujeres y hombres zombies. He encontrado a Sagitta, a Antares, y Cancri. He malgastado mi tiempo con el porno local interactivo y los vicios de la meditación armoniosa. He vuelto a ver los hombros de las sirenas que se esconden en el mar con sus melodiosos cantos sabor suicidio. He cortejado a la magia y su uso prohibido. He solecito, he caminito, he lagunita, he no-sido.

Padre, he resucitado, con mi visera, con mi entraña agarrada a la vida. He torturado mi cabeza para cambiar los planos. He visto la luna llena arrasar con todo para volverse oscura, y sin embargo, en este día he salido impugne de la batalla: soy el hombre-sol, aquél que se mantiene en igualdad con la creación y destrucción, quien vive en comunión con el universo.

En estos días, he nacido de nuevo, pasando por cada signo y llevándome lo bueno de lo aprendido, pero sin pretender volver a repasar mis errores/vidas/muertes/sendas. Padre, así te hayas ido, gracias por dejar la palabra como medio de escape para la realidad, gracias por dejar aire para poder respirar como el ser humano que soy. Gracias por inculcar la evolución, que, aunque ya no prácticas, apareció para seguir el vínculo de lo divino. Saco mis ojos, mi lengua, mis cuerdas vocales, mi piel y mis tímpanos para poder llegar hacia ti. Para poder encontrarme en lo divino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario