lunes, 20 de octubre de 2014

Suicidio Menguante (V)

Suicidio Menguante (V)

Los sonidos vienen y van. Yo no sé mujer, pero las estrellas se volcán sobre mi pecho y el sonidito de los dioses vienen a mi cabeza. Pero todo no es bello y los sonidos a veces son oscuros, y las estrellas se estallan.
Hablo con las voces, recordando cuando las constelaciones se fusionaron, y entre todos y todas sentimos la explosión que crea mundos. Y hablo con las estrellas mirando a Arietis durante doce meses, quedándome fijo en ella y reposando mis pupilas en sus puntas gastadas. Hablo con los sonidos y recuerdo las pequeñas embestidas que teníamos vueltas naufragios, y dentro tuyo, me sentía hundiendo mis barcos, despedazándome hasta quedar tan vacío como el caparazón sin la tortuga. El recuerdo viene y me desnuda frente a ti con los ojos abiertos y dispuestos a recibir las agujas de tus caprichos. 
Y sabes, sabes Mujer-Luna, todo se volvió tan jodidamente difícil y todo se convirtió en el arte de la supervivencia cuando te fuiste. Todo se jodió de mil maneras funestas pero asombrosas. Mi cuerpo no ha vuelto a reconstruirse y siempre queda faltando ese algo iluso que me entregaba tu saliva. Y la entrepierna llama y peco golpeándome la cabeza contra las paredes. Las experiencias que he tenido se desvanecen de acuerdo a las nuevas. Viniste y te fuiste, algo normal en el proceso. Y la rabia se acomodó en mí durante un tiempo por tu ausencia, pero sigue siendo algo normal en el proceso. La hambruna se hizo participe en mis ritos solitarios; expiar le dicen algunos, crecer yo lo llamo.

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