Desvarios (XII)
Nada ni nadie es mi hogar salvo yo mismo. Estoy en mi templo/bunker y en el cielo siguen las bombas explotando, los cuerpos muertos no me tocan, pero están alrededor y expiden ese olor a autosatisfacción que detesto. Las estrellas siguen brillando y yo sigo muriendo junto con ellas... muero contento.
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