miércoles, 13 de marzo de 2013

Texto de Confesión: Veintiocho

Texto de Confesión: Veintiocho

Dicen que a los 27 es el mejor momento para morir, los grandes lo han hecho. Yo como grande lo he realizado aunque no de manera física. He muerto a nivel emocional, a nivel mental y a nivel espiritual: Maté la idea de familia, cambie de carrera y deje de pensar en tener un propósito eterno para con la vida. En este día del Pez quiero mostrar algo que escribí en medio de mi transición, y aunque me prometí no volver a escribir algo relacionado con La Mujer Luna, he de reconocer que hizo parte de mi vida así en estos momentos esté muerta. Ahora, la vida me ha entregado varias personas y sonrisas, aunque todavía no tengo certeza de nada y no creo tenerla algún día. De la Madre Serpiente aprendí la mutación, del Padre Coyote aprendí el buen humor, del Padre Zorro aprendí la inteligencia y sagacidad, del Padre Dragón aprendí la sabiduría, del Padre Oso he aprendido la curación, del Hermano Pez he aprendido a fluir. Dejo registrado hoy algo de mí para el universo, con mi firma y con mi sangre, pues… mi letra enferma me ha hecho trasboscar felicidad sangrienta entre los senos de VenusAfrodea, y gracias a eso, sigo creciendo.

08-Pez-2013 

A mi querido soldado muerto y a mi querida perra suicida: 

Ustedes me dieron bases para continuar en medio de tanta mierda y eso se los agradezco, aunque siento que me dejaron prematuramente en este mundo justo en el instante donde no tenía piel. Ustedes me guiaron con el dolor hacia la luz escarlata ayudándome a salir de la boca de la serpiente para poder entrar a la boca del dragón. Ustedes que creyeron en mí mientras yo solo vez tras vez tropezaba hasta llegar a hastiarlos, lamento hoy decepcionarlos, no he conseguido ser sabio, tan solo he podido unir algunas piezas de colores aunque todavía no he podido apartar las piezas grises de mis mañanas. He podido aprovechar el poco conocimiento que el universo me ha dado para poder sonreír mientras las mariposas son hechas con tejidos pero no he podido detener las lágrimas cuando todavía pienso en el invierno. Sé que se vale llorar, pero creo que esto de la vida me está quedando grande, o por lo menos eso dice la voz en mi cabeza. 

Les debo como legos, pero no les debo nada como muertos. Les debo abrazos opacos, pero como regla general he decidido no acercarme a huesos fríos ni egoístas. Gracias por sus pequeñas palabras en los grandes lapsos, por sus partidas cuando ya me estaba aferrando a ustedes, porque gracias a su no estadía he podido salir adelante aunque aborrezco la eternidad que ahora poseo. 

Así he de recordarlos. No me despido de mis recuerdos, pues en busca a la sabiduría he aprendido que la venganza del sabio no es el olvido, sino el perdón. Los pienso con tranquilidad y dominio a ustedes mis queridos muertos suicidas; uno por idealismo, otra por convicción. Ahora los dejo mientras busco como enfrentar lo que soy, el monstruo. 

¿Alguna vez han visto un pez rencoroso? Yo no, pero si los he visto fríos e indiferentes haciendo burbujas con su boca y mirando desesperados el cristal. Así estoy yo, tratando de crear aire para respirar y observando el universo desde mi pecera. Es hora de volver a mi río y seguir nadando contra la corriente, es hora de ser indiferente. 

Adiós y dulces sueños a mis queridos muertos suicidas, adiós y buena suerte.

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Día Dos: Día de la Cabra (23-03-2013)

Aquellos labios en mi boca mientras tus piernas se mueven al ritmo de mis dedos. Aquellas caricias eufóricas de placer y gozo, sabiéndonos extasiados, sabiéndonos humanos. Ella, entrega su coño a mi lengua; yo, entrego mi pene a sus labios. Ella, entrega lujuria y corazón; yo, entrego lujuria y corazón. El despertar ha sido maravilloso, ella cubre con sus pétalos poéticos mi corazón resucitado, encuentra el punto entre la ternura y la pasión. Yo, entrego mi violento amor entre su boca y piernas.

El siglo taciturno pasó, dejándome grandes enseñanzas y he notado que ahora, puedo entregar sin tanto afán. El acto poético se ha extendido del papel a mi cuerpo, dándome momentos de felicidad que saboreo en todos los placeres, desde libros y besos hasta su piel y mis huesos.

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