Declaracion de amor a la Mujer-Camaleon (XII)
Tres y cuarenta y dos de la tarde. Ella ya no es tormenta. desapareció. Es culpa mía. Los peces se fueron de Buenos Aires y en Bogotá solo hay gaviotas hambrientas. Llueve, llueve muy profundo, como si Dios estuviera llorando, o se estuviera viniendo.
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