La mujer-camaleón ya no me habla. Apareció y se fue, dejándome con mi cabeza adolorida y mis huesos a medio podrir. El Doc se me acercó y me dijo: "descanse, descanse que sino va a desmayarse, pasando una calle, bajando una escalera". Yo me acuerdo de la mujer-camaleón, pero ella ya no se acuerda más de mí. No hay problema, la vida se opaca y todo se va, supongo. Eso de saberse muerto antes de tiempo tiene su gracia, puedo escribir y tomar Coca-cola y no preocuparme de mis temblores y de caer en la avenida o fulminado en la cama. La mujer-camaleón tiene la culpa por aparecer y mostrarme que existen las bellas personas, yo tengo la culpa por idealizar sus colores y pensar en lamer su entrepierna...
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